La icónica cantante mexicana Amandititita, cuyo nombre real es Amanda Lalena Escalante, ha compartido públicamente un hito personal trascendental: seis años de sobriedad. Nacida en Tampico, Tamaulipas, la vida de la artista estuvo marcada desde temprana edad por la pérdida de su padre, el reconocido El Poeta del Nopal, a los escasos seis años.
La ausencia paterna sumió a su madre, Mireya Escalante Pimentel, una mujer polifacética como traductora, educadora y artista plástica, en un profundo duelo. Amanda ha narrado cómo esta etapa desencadenó un complejo entramado familiar, incluyendo el abuso de sustancias, dinámicas de abandono, sentimientos de culpa y la responsabilidad de ejercer un rol de cuidadora.
A pesar de estos desafíos, Amandititita se consolidó como una voz distintiva en la escena musical mexicana. Su propuesta artística se caracterizó por una aguda crítica social, un humor irreverente y una vibrante fusión de ritmos urbanos, siendo pionera en el movimiento de la “cumbia anarquista” y mezclando mensajes políticos con géneros populares. Sin embargo, detrás de su carismático personaje público, se ocultaba una batalla personal contra el alcoholismo, utilizado como refugio.
Amandititita Celebra Seis Años de Sobriedad y Sanación
Esta bebida se convirtió en un mecanismo de escape ante el dolor y los recuerdos perturbadores. Finalmente, la artista alcanzó un punto de quiebre. Recientemente, la cantautora de 46 años anunció a través de su cuenta de Instagram que, tras un arduo y transformador proceso, ha logrado celebrar seis años de abstinencia.
El verdadero desafío no reside en dejar de beber, sino en sanar la raíz del dolor que nos impulsa a evadir la realidad. Es un proceso de duelo y sanación profunda que nos libera para volver a crear.
En una conmovedora entrevista para el programa Ventaneando, Amandititita compartió que creció en un entorno familiar donde el alcohol era un paliativo para el dolor de su madre. Esta dinámica familiar generó en la joven Amanda sentimientos de culpa, vergüenza y una pesada carga emocional que la acompañó durante años, hasta que pudo confrontar y perdonar el pasado.
A través de su obra literaria, titulada “Algún día contaré esta historia”, la artista expone con valentía las experiencias de su infancia, marcadas por la adversidad, la escasez de afecto y la presencia del alcohol. Detalla una etapa juvenil donde las adicciones coexistieron con una profunda búsqueda espiritual, hasta encontrar el camino hacia la sobriedad y la paz interior.
Han pasado cuatro décadas y las secuelas aún persisten. Deseo que mi historia sea comprendida, que se conozca mi verdad. Porque muchos se quedan con la imagen de Amandititita, la irreverente y fuerte, pero desconocen los orígenes y el arduo camino recorrido para llegar hasta aquí.
En una revelación íntima, Amandititita confesó que su proceso de recuperación no se apoyó en tratamientos psicológicos convencionales ni grupos de autoayuda. Para ella, la clave de la sobriedad sostenida ha sido el fortalecimiento de su conexión espiritual y el redescubrimiento de su fe, un camino que le ha permitido hallar serenidad y un propósito renovado.
Durante la conversación, la reconocida artista abordó los momentos más oscuros de su trayectoria. Reveló que, con el tiempo, comprendió que muchos de sus conflictos internos estaban ligados a condiciones de salud mental previamente no diagnosticadas. Posteriormente, recibió diagnósticos de Trastorno por Déficit de Atención (TDA), Trastorno de Estrés Postraumático y rasgos dentro del espectro autista.
Esa etapa, admitió, se caracterizó por un miedo paralizante a la expresión, prolongadas jornadas de insomnio y una constante inquietud, incluso en momentos de aparente tranquilidad. Sin embargo, el entendimiento de estos diagnósticos, subrayó, marcó el primer paso hacia la autoaceptación y la construcción de una vida más plena y serena.
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