Guadalupe Cantú: Un Viaje de Superación Tras un Accidente Vial
Conoce la inspiradora historia de Guadalupe Cantú, cariñosamente llamada “Dalu”, una mujer de espíritu resiliente y optimista que, junto a su esposo Carlos Ruschke y sus siete hijos, experimentó un profundo cambio en su vida tras un grave accidente en 2016.
El Fatídico Accidente: Un Giro Inesperado en la Carretera
El regreso de un viaje familiar a Huatulco, Oaxaca, se transformó en una escena de pánico a las seis de la mañana. El vehículo en el que viajaba la familia Ruschke Cantú, una camioneta Suburban, volcó dramáticamente en la carretera. En medio del caos, la frase “¡Recen!” resonó, siendo las únicas palabras que Dalu pudo pronunciar.
La camioneta se detuvo de forma abrupta contra un árbol, salvándolos de una caída inminente por un precipicio. Dalu, sentada en el asiento del copiloto, fue quien recibió el impacto más fuerte.
Las circunstancias previas al siniestro incluían una pequeña discusión con su esposo Carlos. “La noche previa habíamos tenido un desacuerdo con Carlos respecto a la tabla de paddle surf que llevábamos, pues él consideraba que ocupaba demasiado espacio. Él insistía en que la dejáramos en Huatulco, pero yo me negué”.
El Camino hacia la Recuperación: Dolor, Auxilio y Cirugía a Distancia
Tras el impacto, Dalu quedó semiinconsciente. Los sonidos que percibía eran de urgencia: “rápido que va a explotar”, alimentando el temor de una posible explosión del vehículo. Afortunadamente, la solidaridad de los pobladores locales permitió el rescate de la familia Ruschke. A excepción de Dalu, quien sentía un intenso dolor en las piernas, todos salieron ilesos. Con gran cuidado, la mencionada tabla de paddle surf fue utilizada como una camilla improvisada para liberarla.
Una vecina local la trasladó al centro de salud más cercano, un lugar con servicios médicos limitados. Ante la gravedad de su estado, Dalu contactó a su tío, un reconocido especialista en ortopedia. Tras solicitarle estudios radiográficos, se confirmó la peor de las noticias: una fractura de cadera desplazada y una hemorragia interna de seis litros. Su tío le instó a realizar un procedimiento para preservar la movilidad de sus piernas.
El médico de guardia, reconociendo su inexperiencia en el procedimiento, aceptó llevarlo a cabo bajo la supervisión remota de su tío. Lo que siguió fue una cirugía pionera, realizada a distancia vía FaceTime. El tío dictaba las instrucciones desde la Ciudad de México, mientras el médico local las ejecutaba, logrando así salvaguardar la movilidad de las piernas de Dalu.
Traslado y Recuperación: La Lucha por Caminar de Nuevo
Una vez estabilizada, Dalu fue trasladada en una unidad móvil al hospital ABC de Observatorio en la Ciudad de México. El viaje fue arduo: “El viaje fue penoso, la ambulancia era una unidad tipo combi que se sacudía con cada irregularidad del camino, además de que nos acompañaba una música de cumbia muy desagradable”.
En el hospital, un equipo de especialistas realizó una intervención quirúrgica compleja. Su cadera fue reconstruida con tres placas y treinta y seis tornillos. Aunque la posibilidad de no volver a caminar era real, esta información no le fue revelada. Durante su estancia, el apoyo de familiares y amigos fue un pilar fundamental en su recuperación.
“Lo que sí me molestaba era cuando decían que lo bueno era que no había pasado nada. ¡¿Cómo no había pasado nada si estaba yo en aquella situación, sufriendo y con mucho dolor?!”
El periodo posterior al alta médica marcó el inicio de la etapa más desafiante: la rehabilitación. Más de 30 semanas de reposo en cama la obligaron a depender de otros para las actividades más básicas, siendo la imposibilidad de usar el baño de forma autónoma una de las mayores dificultades. “De verdad que cuando me recuperé y pude hacerlo por mí cuenta, sentí delicioso. A la fecha lo sigo disfrutando”.
La prolongada inmovilidad le ofreció una nueva perspectiva de la vida. “En mi cama noté que cuando llovía por las noches, a la mañana siguiente los pajaritos tomaban agua de las gotas que caían de las hojas. Cosas que odiaba, cómo ayudar a mis hijos con su tarea, ahora me parecían detalles que no podía dejar pasar desapercibidos”.
Con el inicio de las sesiones de terapia física, el objetivo principal era reaprender a caminar. A pesar de las molestias en sus extremidades inferiores, Dalu acudió puntualmente a cada cita. Tras un año de esfuerzo constante, recuperó su movilidad, pasando de un andador a un bastón y, finalmente, a caminar por sí misma.
“Todavía hoy tengo mis tropiezos. De repente voy caminando y se me va chueco el pie. Todos los días sigo aprendiendo a caminar.”
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