Al caer el otoño en el Valle de Allende, sur de Chihuahua, el frío se intensifica, pero no detiene la energía de los niños. Ellos recorren las calles en una procesión única, entonando cánticos ancestrales.
Vestidos con mantas y portando velas, estos pequeños se transforman, por un momento, en almas protectoras. Su misión: interceder por uno de sus compañeros, quien yace inmóvil en el centro. Esta emotiva representación, que podría evocar un funeral, es en realidad “Los Seremos”, una arraigada y singular costumbre del Día de Muertos en Chihuahua.
En el sur de Chihuahua, cerca del emblemático pueblo mágico de Hidalgo del Parral, tierra del General Villa, florece una comunidad con una tradición fascinante. Sus niños protagonizan “Los Seremos”, una escenificación única que honra el Día de Muertos.
“Cinco o seis niños se cubren con sábanas blancas, emulando ser ángeles. Uno de ellos, que representa al niño fallecido, yace en el suelo bajo una sábana, mientras los demás le cantan”, explica Julio Chávez, director general del Fideicomiso de Promoción Turística ¡Ah, Chihuahua!, en exclusiva para El Heraldo de México.
Una Dulce Tradición: “Los Seremos” y la Colecta de Golosinas
Similar en su espíritu de colecta al popular “trick or treat” anglosajón, los jóvenes de Chihuahua llevan a cabo esta representación con un propósito muy especial: recolectar golosinas y frutas. Estos dulces y frutos se reparten equitativamente entre todos los participantes, fomentando el espíritu de comunidad.
“Después de la escenificación, los niños recorren las casas para pedir, principalmente, dulces y fruta, yendo de puerta en puerta solicitando estos obsequios.”
“Esta costumbre tiene una historia que supera los 300 años. Aunque pueda recordar al Halloween, sus raíces se hunden profundamente en las tradiciones de los colonos europeos que se establecieron en la región de Chihuahua”, señala Chávez.
La emotiva escenificación de Los Seremos tiene lugar cada año en las calles del Valle de Allende, generalmente el 1 de noviembre. Este día está dedicado en la liturgia católica a las almas de los niños que han partido, lo que le otorga un significado aún más profundo a esta hermosa tradición chihuahuense.
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