Altura y simbolismo del altar de Día de Muertos: cuántos niveles son los correctos.

La festividad del Día de Muertos, una de las tradiciones más emblemáticas de México, honra la memoria de seres queridos que han partido. Cada año, el 1 y 2 de noviembre, hogares y cementerios se llenan de vida con vibrantes altares de muertos. El aroma del cempasúchil, el parpadeo de las velas, la delicadeza del papel picado y los sabores de las ofrendas crean un ambiente único que reconecta el mundo de los vivos con el de los difuntos.

El altar para difuntos es el corazón de esta celebración, un espacio sagrado donde se colocan los platillos favoritos, fotografías y flores para dar la bienvenida a las almas. Funciona como un poderoso puente simbólico, conectando el reino espiritual con nuestro plano terrenal, permitiendo un encuentro emotivo y respetuoso.

La forma de construir un altar puede variar según las tradiciones familiares, pero la cantidad de niveles es una de las preguntas más frecuentes. Desde altares sencillos de un solo nivel hasta elaboradas estructuras de siete niveles, cada configuración encierra un profundo significado relacionado con la vida, la muerte y la trascendencia. A continuación, exploraremos tres de las estructuras de altares más comunes y su simbolismo.

La Dualidad Terrenal y Celestial: Entendiendo los Altares de Dos Niveles

El altar de dos niveles es una de las estructuras más sencillas y extendidas en diversas regiones de México. Su diseño se caracteriza por una clara representación de la dualidad fundamental entre el mundo terrenal y el ámbito espiritual.

Nivel Inferior: El Dominio Terrenal

Esta base del altar representa nuestro mundo físico. Aquí se exhiben los elementos tangibles de la vida terrenal: alimentos como el pan de muerto, dulces, bebidas favoritas del difunto, fotografías que atesoran recuerdos, juguetes para los más pequeños, y objetos personales que evocan su existencia. Es el espacio que simboliza la vida vivida, las experiencias compartidas y los lazos afectivos que perduran.

Nivel Superior: El Ámbito Espiritual

Este nivel superior está dedicado a lo espiritual, el destino de las almas una vez que han trascendido la vida. Se suelen colocar ofrendas religiosas, velas y flores que trazan un camino luminoso. Representa no solo el cielo como destino final, sino también el espacio de comunión y encuentro entre los vivos y los difuntos durante el Día de Muertos.

La Profunda Simbología de los Altares de Tres Niveles: Reflejo de la Trinidad

El altar de tres niveles, más común en áreas con una fuerte influencia católica, añade una capa de complejidad simbólica. Esta estructura integra las antiguas cosmovisiones mexicas con las prácticas religiosas cristianas, creando un mensaje espiritual más profundo.

Primer Nivel: El Mictlán y el Mundo Mortal

Este nivel inferior hace alusión al ámbito mortal y los vestigios de la vida. Aquí se colocan los alimentos, retratos, pertenencias del difunto, agua para saciar la sed espiritual en su viaje, y sal para la purificación. Este estrato se asocia directamente con el Mictlán, el inframundo mexica, lugar de descanso para las almas que superaban las pruebas de la muerte.

Segundo Nivel: El Purgatorio y la Purificación Espiritual

Representa la transición y la purificación. En este nivel se sitúan las velas, símbolos de la cruz y figuras de santos, recordatorios de la importancia de las oraciones por las almas en el Purgatorio. El papel picado, que ondea con el viento, simboliza el elemento aire, esencial en toda ofrenda y en la liberación de cargas.

Tercer Nivel: El Reino Celestial y la Divinidad

La cúspide del altar representa el espacio divino. Aquí se exhiben iconografías religiosas como imágenes de Cristo o la Virgen. A menudo se incluye una cruz de cal o ceniza, símbolo de redención y el fin del peregrinaje terrenal. Este nivel simboliza la beatitud y el encuentro con lo sagrado.

El Altar de Siete Niveles en el Día de Muertos: Un Viaje Espiritual Completo

Considerado el más completo y rico en significados, el altar de siete niveles es profundamente arraigado en muchas regiones del centro y sur de México. Cada estrato detalla las etapas del viaje del espíritu hacia la paz eterna.

• Primer Nivel: Representa la tierra, lo más cercano a lo humano. Se colocan objetos y platillos favoritos del fallecido.
• Segundo Nivel: Simboliza la purificación. Una cruz de cal, sal o ceniza actúa como amuleto protector y liberador.
• Tercer Nivel: Corresponde al escrutinio celestial, con efigies religiosas que abogan por el alma.
• Cuarto Nivel: Es el espacio de expiación, donde se presenta el pan de muerto y frutos de estación como emblemas de humanidad y hermandad.
• Quinto Nivel: Representa el reposo del espíritu, con agua para mitigar la sed tras el viaje.
• Sexto Nivel: Es la antesala del edén, adornado con papel picado, velas y flores que guían al espíritu.
• Séptimo Nivel: La cumbre evoca el encuentro con la divinidad, con la cruz principal y la foto del difunto, marcando el fin del peregrinaje hacia la eternidad.

Los Elementos Indispensables de Todo Altar de Muertos

El altar de muertos, o ofrenda del Día de Muertos, es el núcleo de esta tradición mexicana. Su verdadero valor reside en su contenido y el profundo simbolismo de cada componente, que une el mundo material con el espiritual. Aquí se detallan los elementos esenciales:

• Velas o veladoras: Luz y fe que iluminan el camino de las almas.
• Flor de cempasúchil: Símbolo de vitalidad y renacer, guía a los difuntos con su fragancia y color.
• Agua: Representa la pureza y sacia la sed del alma tras su viaje.
• Sal: Purifica y previene la degradación espiritual.
• Pan de muerto: Emblema de la corporeidad, la humanidad y la fraternidad.
• Copal o incienso: Purifica el ambiente y aleja energías negativas.
• Papel picado: Simboliza el aire, la alegría festiva y el movimiento.
• Comida y bebida: Los platillos y bebidas preferidos del difunto, expresiones de hospitalidad y amor.
• Fotografía del difunto: El destinatario de la ofrenda, el eje central del altar.
• Iconografía religiosa o cruces: Representan la fe, la protección y la esperanza de la vida eterna.
• Frutas de temporada: Simbolizan la naturaleza, la prosperidad y el ciclo vital.
• Calaveritas de dulce o chocolate: Representan la muerte con humor y ternura.
• Sendero de pétalos de cempasúchil: Guía el camino del alma hasta el altar.
• Objetos personales del difunto: Evocan su identidad, gustos y recuerdos.
• Cruz de cal o ceniza: Simboliza la purificación y el perdón.

El altar de muertos es, en esencia, una profunda ofrenda de devoción y homenaje a quienes nos precedieron. Cada elemento lleva consigo un significado espiritual y simbólico que trasciende el tiempo. Más allá de la estructura o el número de niveles, lo crucial es honrar la memoria de nuestros seres queridos y mantener viva una tradición que celebra la vida a través del recuerdo. La ofrenda también manifiesta los cuatro elementos fundamentales de la naturaleza.

La tierra se representa en los alimentos y frutos del altar, encarnando la generosidad de la naturaleza y la abundancia de la vida. Estos elementos ofrecen sustento espiritual a las almas, permitiéndoles reconectar con los sabores de su existencia terrenal.

El aire se manifiesta en el papel picado, cuyas formas coloridas ondean con la brisa, simbolizando el aliento vital y la presencia intangible de los espíritus. Este elemento infunde dinamismo y júbilo al altar, recordándonos que la muerte es parte del ciclo vital.

Por su parte, el fuego, materializado en las velas, sirve de guía para las almas en su retorno. Cada lumbrada representa la fe, la esperanza y la memoria, iluminando el camino de los difuntos y el corazón de quienes los recuerdan.

Finalmente, el agua, en un vaso o receptáculo, encarna la vitalidad y la purificación. Sacia la sed de las almas y representa la regeneración espiritual, además de ser un recordatorio de la pureza del alma y el equilibrio en la existencia.