Flores para honrar a los difuntos: cempasúchil, nube o terciopelo, ¿cuál elegir?

Ioseph
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El Día de Muertos se erige como una de las tradiciones más emblemáticas y profundas de México, un tapiz tejido con ricas costumbres, sabores inolvidables y, de manera sobresaliente, con un despliegue vibrante de colores. En el corazón de esta celebración se encuentra el altar de muertos, concebido como un puente sagrado que permite el retorno temporal de nuestros seres queridos. El embriagador aroma y los intensos tonos de las flores son pilares esenciales de este ritual ancestral.

Si te encuentras en la tarea de diseñar tu altar de Día de Muertos, es natural que surjan preguntas: “¿Es el cempasúchil la única flor permitida?” “¿Puedo integrar otras especies florales?” La respuesta es que la elección ideal recae en la flor que mejor evoca la presencia de quien ya no está, y la tradición nos guía hacia tres tipos fundamentales: el icónico Cempasúchil, la delicada Flor de Nube y la texturizada flor de Terciopelo.

Es crucial reconocer que la selección de flores para el altar puede experimentar variaciones significativas dependiendo de la región. Por ejemplo, en estados como Puebla, se observa una predilección por los tonos azul y blanco en las ofrendas, a menudo representados con flores de estas tonalidades. En contraste, en algunas comunidades del sur del país, la costumbre puede inclinarse hacia una opulencia de frutas, exhibiendo una diversidad de sabores y colores.


El Profundo Simbolismo Floral del Cempasúchil, la Nube y el Terciopelo en el Altar de Muertos

La Flor de Nube, el vibrante Cempasúchil y la rica flor de Terciopelo no son elementos que compiten entre sí; por el contrario, se entrelazan para dar forma a un altar que es a la vez enigmático, etéreo y rebosante de afecto. Cualquiera de estas tres especies florales representa una elección acertada si buscas construir una ofrenda firmemente arraigada en nuestras ancestrales tradiciones mexicanas.

Cempasúchil: La Luminosa Guía del Camino para las Almas

El Cempasúchil, sin duda la flor más icónica de la ofrenda de Día de Muertos, debe exhibir un intenso color naranja. Su nombre náhuatl evoca la abundancia y, para los antiguos mexicas, su tonalidad era equiparable a la intensidad de los rayos solares. Su potente y característico aroma era empleado estratégicamente para orientar a las almas en su tránsito desde el Mictlán hacia el hogar. Es un elemento indispensable para la creación del célebre sendero de pétalos que se traza desde la entrada de la morada hasta el altar.


Flor de Terciopelo: Un Emotivo Símbolo de Afecto y Recuerdo Hacia los Difuntos

Conocida también por nombres populares como Mano de León o Cresta de Gallo, esta flor aporta una riqueza de textura y color a la ofrenda. Su profundo tono púrpura, en la cosmovisión prehispánica, se asocia intrínsecamente con la sangre y el concepto de sacrificio, evocando así el eterno ciclo de la vida y la muerte. Se utiliza frecuentemente en la elaboración de coronas y para llenar los recipientes decorativos del altar, encarnando la profunda devoción y el amor incondicional que la familia profesa hacia el ser querido fallecido.


Flor de Nube: Pura Luminosidad y Serenidad en el Altar de Muertos

Esta delicada flor, también identificada como Velo de Novia, con sus diminutas y exuberantes flores blancas, crea un hermoso contraste visual con los vibrantes tonos naranja y morado de las otras flores. La Flor de Nube simboliza la pureza absoluta, la serenidad que acompaña el recuerdo y la inocencia de los espíritus. Es particularmente recomendada para honrar la memoria de los niños fallecidos, ya que su color blanco evoca la inmaculada pureza de sus almas y aporta un toque de luz espiritual al altar.


¿Existen Flores No Ideales para un Altar de Día de Muertos?

En un sentido estricto, no existen flores que puedan considerarse “equivocadas” o categóricamente prohibidas para la celebración del Día de Muertos, siempre y cuando su uso se realice con el debido respeto y sincero aprecio. El altar es, en esencia, una expresión profundamente personal del amor y la memoria. Sin embargo, otras flores, influenciadas por las costumbres regionales, pueden complementar o incluso sustituir a nuestro trío floral principal.

En diversas áreas del centro y sur del territorio mexicano, es común apreciar la presencia de Gladiolas, flores reconocidas por su esbeltez y distinción, las cuales simbolizan la conexión trascendental entre el plano terrenal y el celestial. El Crisantemo, valorado por su longevidad, se encuentra con frecuencia adornando los panteones, representando la permanencia del recuerdo. Por su parte, el Alhelí, disponible en cautivadores tonos morados, amarillos o blancos, simboliza la profunda valoración de los recuerdos atesorados. Las tradiciones locales ejercen una influencia notable en la selección de la flora.

Consecuencias de Omitir el Cempasúchil en el Altar de Día de Muertos

Las flores trascienden su rol de meros adornos; son elementos fundamentales y cargados de significado dentro de la ofrenda de Día de Muertos. La creencia popular subraya con énfasis la importancia de la intención que guía la ofrenda. No obstante, la sabiduría ancestral advierte que la ausencia del icónico cempasúchil podría ser un factor que dificulte o extravíe el camino del espíritu de tu ser querido en su regreso al hogar.

La flor de Cempasúchil, con su aroma inconfundible y penetrante, actúa como un faro olfativo, guiando de manera efectiva a las almas para que encuentren su destino. Si esta vía sensorial no se establece, existe la creencia de que el difunto podría experimentar sentimientos de tristeza o desorientación al no poder disfrutar plenamente de los manjares y bebidas que fueron preparados con tanto esmero y dedicación.

 

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