Experimenta la intensidad del deporte como nunca antes. ¿Sabías que la adrenalina de un evento deportivo puede compararse con la de una situación de peligro? Estudios médicos de renombre, como los publicados en Current Problems in Cardiology, revelan que la emoción de un partido puede disparar tu presión arterial y aumentar tu pulso, elevando potencialmente el riesgo de sufrir afecciones cardíacas. Por ello, es crucial escuchar a tu cuerpo. Adoptar medidas sencillas como moverte durante los descansos, mantenerte bien hidratado y evitar alimentos con alto contenido de sodio puede ser tu mejor aliado para mantener la calma, incluso en medio de la euforia deportiva.

Más allá de lo físico, el impacto emocional de la derrota deportiva es profundo. Brandon Mastromartino, un destacado experto en psicología deportiva de la Universidad Estatal de San Diego, explica que mientras la victoria fortalece nuestra identidad y nos llena de satisfacción, una derrota puede sumirnos en la ansiedad, la frustración y el abatimiento. Para gestionar estas emociones, Mastromartino sugiere limitar el consumo de alcohol, moderar tu exposición a las redes sociales y, sobre todo, compartir la experiencia con otros aficionados. La fuerza de la cohesión grupal tiene el poder de suavizar el golpe emocional.

EL IMPACTO FISIOLÓGICO Y EMOCIONAL DE LA ADVERSIDAD DEPORTIVA
El profesor Víctor Manuel Rodríguez Molina, de la prestigiosa UNAM, nos ilumina sobre cómo los eventos deportivos activan nuestro sistema de gratificación cerebral, liberando endorfinas que nos brindan bienestar. Sin embargo, un resultado desfavorable puede invertir esta favorable química, desencadenando un declive emocional. Durante la competición, nuestro “cerebro reptiliano” se apodera, propiciando expresiones viscerales como gritos o llantos, que actúan como una poderosa catarsis colectiva.
Un fascinante estudio de la Universidad de Sussex revela la asimetría emocional entre ganar y perder: una derrota genera el doble de pesar que la felicidad que trae una victoria. Los investigadores observaron que los aficionados sienten un aumento del 7,8% en la tristeza tras ser derrotados, mientras que la alegría de triunfar solo eleva el ánimo en un 3,2%. A pesar de estas cifras, como bien destaca Mastromartino, el espíritu deportivo siempre nos ofrece una nueva oportunidad: aunque el desánimo sea una emoción pasajera, cada competición es un lienzo fresco para renovar nuestras esperanzas.
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