Cuidando tu cabello gris para prevenir el cáncer.

Ioseph
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La aparición de canas, comúnmente vista como un signo inevitable del envejecimiento, está revelando una faceta sorprendente. Investigaciones recientes sugieren que estas hebras de cabello sin pigmento podrían ser un indicador de los sofisticados mecanismos de defensa del cuerpo contra el cáncer. En El Heraldo de México, exploramos esta fascinante conexión.

Un estudio pionero de la prestigiosa Universidad de Tokio, publicado en la influyente revista Nature Cell Biology, desentraña cómo nuestro organismo maneja el deterioro celular. Este proceso es crucial tanto para el envejecimiento natural, donde la función celular declina, como para el desarrollo del cáncer, una enfermedad donde células descontroladas pueden formar tumores.

El estudio, titulado “El factor B de fragmentación del ADN suprime el interferón para permitir el recrecimiento de células cancerosas persistentes”, establece un vínculo directo entre la pérdida de color en el cabello y las defensas del cuerpo contra tipos agresivos de cáncer. Las células madre precursoras de los melanocitos, ubicadas en los folículos pilosos, actúan como una reserva vital para las células productoras de pigmento capilar.

Normalmente, estas células progenitoras se renuevan en ciclos para mantener el color del cabello. Sin embargo, nuestro material genético está perpetuamente expuesto a agresores como la radiación UV y diversas sustancias químicas. Esta exposición acelera el envejecimiento y aumenta significativamente el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, incluyendo el melanoma.


El Misterio de las Canas: ¿Una Señal de Protección Contra el Cáncer?

La investigación se centró en las consecuencias de los daños en el ADN de estas células madre de melanocitos, específicamente las roturas en su doble hélice. Ante este daño, las células madre pueden adoptar un estado de “diferenciación senescente”. Esto significa que maduran de manera irreversible, transformándose en células productoras de pigmento y siendo retiradas de la reserva. Este proceso gradual es lo que eventualmente resulta en la aparición de cabello canoso.

Esta respuesta protectora, orquestada por señales internas, previene la acumulación de mutaciones genéticas que podrían, potencialmente, promover el desarrollo de tumores cancerosos. Los científicos observaron que cuando expusieron células madre de ratones a potentes agentes carcinógenos y a radiación UV, estas células evitaban la diferenciación senescente.

En contraste, las señales del tejido circundante alentaron a las células dañadas a mantener su ciclo de división y autorrenovación, a pesar de las lesiones en su ADN. Este fenómeno crea un entorno favorable para el desarrollo del melanoma, lo que indica que el destino de las células madre de los melanocitos está fuertemente influenciado por el tipo de daño y las señales ambientales.

¿Cómo las Canas Indican la Regulación Corporal Ante Riesgos?

Los factores estresantes que causan la fragmentación del ADN (y que llevan a la aparición de canas mediante la autodestrucción protectora) son distintos de las influencias que afectan a las células cancerosas. Bajo estas últimas condiciones, las células madre dañadas persisten y pueden originar melanomas.


Estos descubrimientos presentan una nueva perspectiva sobre las canas y el melanoma. Ya no se ven como eventos separados, sino como “destinos paralelos” dentro de la intrincada estrategia del cuerpo para equilibrar la regeneración de tejidos y la prevención del cáncer. El proceso de encanecimiento, por tanto, se revela como una manifestación de un mecanismo de defensa que elimina células de alto riesgo, y no como una barrera protectora en sí misma.

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