Defensa contra el mal en la noche de brujas: el método garantizado.

Ioseph
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Antes de la celebración del Día de Muertos, el calendario marca otra festividad de alcance mundial que despierta tanto curiosidad como cierta inquietud: Halloween. Si bien hoy la asociamos con la moda de los disfraces, la ilusión de los niños recolectando golosinas y la creativa decoración de hogares, su esencia original era profundamente distinta. Las raíces de esta celebración se entrelazan con el antiguo festival celta del Samhain, un evento que marcaba el final de la temporada de cosechas y el preludio a la llegada del invierno, una época sombría y propicia para reflexiones sobre la transitoriedad.

Según la creencia celta, en la noche del 31 de octubre, el velo que separa el reino de los vivos del de los difuntos se volvía extraordinariamente tenue, permitiendo a las almas y otras entidades cruzar a nuestro plano. Esta apertura, aunque anhelada para reencontrarse con seres queridos, también abría paso a presencias inquietantes y potencialmente dañinas, con la capacidad de alterar la armonía de los mortales.

Para contrarrestar estas influencias, los antiguos celtas encendían imponentes hogueras, utilizaban máscaras y atuendos para confundir a los espíritus y dejaban ofrendas de alimentos fuera de sus hogares, buscando así apaciguar a las almas errantes. Con la expansión del cristianismo, estas costumbres experimentaron una notable adaptación, y los inmigrantes irlandeses y escoceses llevaron sus tradiciones a Norteamérica, donde Halloween comenzó a evolucionar hacia una festividad más familiar y recreativa.

Así, las nuevas generaciones adoptaron la costumbre de vestirse con atuendos y recorrer las calles pidiendo comestibles, una práctica que guarda paralelismos con la medieval tradición del “souling”, donde se solicitaban alimentos a cambio de oraciones por las almas de los fallecidos. De forma paralela, se popularizó la talla de calabazas con rostros, las famosas “Jack-o’-lanterns“, inspiradas en una leyenda irlandesa sobre un hombre llamado Jack, quien, tras engañar al diablo, fue condenado a vagar eternamente portando una linterna.

Origen y Significado de Halloween: Más Allá de Disfraces y Golosinas

Hoy en día, Halloween se ha consolidado como una fiesta de gran impacto cultural y comercial, escenario perfecto para la exhibición de disfraces, decoraciones llamativas, fiestas y maratones de películas de terror. Sin embargo, en su esencia más profunda, aún resuena el eco de sus connotaciones originales: un profundo respeto por aquellos que partieron y la perdurable fascinación humana por lo misterioso que se encuentra en la frontera entre la vida y la desaparición.

La introducción del cristianismo en Europa llevó a la Iglesia a proponer festividades religiosas para sustituir los antiguos ritos paganos.

Por ello, para aquellos con una sensibilidad especial hacia las energías sutiles, es importante tomar precauciones en este período. Inspirados en las prácticas ancestrales celtas, presentamos una guía para fortalecer tu protección espiritual en Halloween, enfocada en el respeto y la intención positiva.

Protección Espiritual en Halloween: Procedimiento Ancestral

  1. Limpieza y purificación del hogar: Antes de que caiga la noche del 31 de octubre, dedica tiempo a una limpieza profunda, tanto física como energética, de tu espacio vital. Barre desde el interior hacia el exterior, visualizando cómo cualquier vibración negativa abandona tu hogar. Puedes potenciar este ritual quemando incienso de romero o salvia, hierbas ancestrales reconocidas por su poder purificador de ambientes.
  2. Crear un faro de luz protectora: Coloca una vela de color blanco o una fuente de luz cálida cerca de una ventana o en la entrada principal de tu vivienda. La luz simboliza protección y guía espiritual, y según la tradición celta, ayuda a mantener a raya a las almas perdidas que puedan deambular en esta noche especial.
  3. El poder de la sal y talismanes: Distribuye pequeñas porciones de sal marina en los accesos o en los puntos cardinales de tu casa. La sal es un símbolo universal de limpieza y defensa. Como alternativa, puedes llevar contigo un objeto protector natural, como una piedra de obsidiana, turmalina negra o cuarzo, conocidos por su habilidad para absorber energías negativas.
  4. Honrar la memoria y la conexión: Si deseas conectar con la esencia original del Samhain, enciende una segunda vela y dedica un momento de quietud para recordar con gratitud a tus seres queridos que ya no están físicamente presentes. Este acto no es una invocación, sino un gesto de aprecio y memoria, un aspecto fundamental para los antiguos celtas.
  5. Cierre consciente del ritual: Al prepararte para dormir, apaga las velas con solemnidad (si lo prefieres, sin soplar, para mantener su simbolismo) y pronuncia, en voz alta o mentalmente, una afirmación como: “La luz me envuelve, la calma me acompaña, y todo lo que no vibra en armonía con mi bienestar se disuelve pacíficamente”.
En el siglo VIII, el pontífice Gregorio III designó el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre, lo que provocó que el 31 de octubre se denominara Víspera de Todos los Santos (All Hallows’ Eve), derivando posteriormente en Halloween.

Este procedimiento no implica connotaciones oscuras ni peligros; es simplemente una forma de sintonizar con el aspecto protector inherente a Halloween, cuidando tu energía y tu entorno mientras se rinde homenaje a las raíces ancestrales de esta festividad. Es importante recordar que los expertos recomiendan evitar la realización de rituales complejos durante Halloween o el Día de Muertos, dado que la intensidad energética de estas fechas puede hacer que cualquier práctica, si no se maneja con conocimiento y experiencia, sea difícil de controlar.

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