Pedro J. Fernández, escritor y divulgador histórico, nacido en Delaware en 1986, advierte sobre la peligrosa tendencia a mitificar a figuras como Sor Juana Inés de la Cruz. Al reducir a personajes históricos a meros íconos, corremos el riesgo de eclipsar sus vivencias y complejidades humanas.
“A menudo, encasillamos a Sor Juana como la monja poeta, recordando sus icónicos versos de ‘Hombres necios’ pero omitiendo detalles cruciales de su contexto, su faceta culinaria o su vida previa al claustro”, señala Fernández. Su formación como ingeniero contrasta con su notable trayectoria en la divulgación histórica, impulsada por su éxito en plataformas digitales.
Con una pasión inquebrantable por la historia, Fernández inició su labor de divulgación hace quince años en su cuenta de Twitter, @DonPorfirioDíaz. Su creciente audiencia lo impulsó a publicar su primer libro en 2013 y, posteriormente, en 2017, comenzó una exitosa serie de biografías que ya cuenta con seis entregas. Después de retratar a personalidades como Porfirio Díaz, Agustín de Iturbide, Emiliano Zapata, Maximiliano de Habsburgo y Malitzin, su atención se centra ahora en la enigmática monja jerónima.
Su más reciente obra, titulada “Yo, Sor Juana. Mujer volcán” (publicada por Océano en 2025), ofrece una recreación biográfica de Juana de Asbaje narrada en primera persona. La novela se sitúa en el turbulento contexto de una epidemia de tifus que asoló el convento en los últimos años de vida de la monja.
“Mi principal objetivo era abordar facetas poco exploradas de su vida, presentándolas directamente desde la perspectiva de Sor Juana.”
Considerando a la Décima Musa como uno de los personajes históricos y literarios más analizados, Fernández reconoce que el mayor reto fue lograr que ella misma contara su historia, desde una óptica humana y terrenal.
“El desafío consistía en dar vida a este complejo y barroco personaje, escribiendo desde su propia experiencia vital. Sor Juana nos narra su trayectoria, transportándonos a su infancia y permitiendo al lector visualizar la vida en la Ciudad de México de aquel entonces.”
El autor subraya la ardua labor de mantener la autenticidad de la voz de Sor Juana:
“Busqué que el lector percibiera la veracidad de su testimonio. Para mí, la narración en primera persona siempre presenta un reto, ya que a través de ella debo reconstruir no solo la biografía sino también el entramado histórico de la época.” En su análisis, Fernández opina que la conversión de Sor Juana en un símbolo la ha confinado a diversos “arquetipos”, incluido el del feminismo, proyectándola como una figura adelantada a su tiempo, capaz de leer, escribir, capitalizar su fama, monetizar su obra y, al mismo tiempo, perseguir sus pasiones.
En última instancia, reflexiona,
“Nos enfrentamos a una idealización; la hemos transformado, o seguimos viéndola, como una grandiosa e inaccesible figura poética, lo que paradójicamente nos aleja de su obra. Resulta interesante cuestionarnos cuántos de nosotros, o cuándo fue la última vez que dedicamos tiempo a leer genuinamente a Sor Juana. La percibimos más como un emblema que por su invaluable producción literaria, sus poemas, su recetario de cocina o el fascinante contexto histórico en el que vivió. Es una pena que una escritora de su calibre y con un legado tan trascendental no sea leída; ¿de qué sirve verla plasmada en un billete si su obra permanece en la sombra?”
CLAVES DE LA OBRA
- La novela adopta la perspectiva de la primera persona, iniciando su relato con la epidemia de tifus que afectó al convento.
- Se exploran en profundidad la infancia y la juventud de la monja jerónima.
- Tras esta obra dedicada a Sor Juana, el autor planea centrarse en la biografía de Antonio López de Santa Anna.
MAAZ
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