Especialista en canes advierte seriamente sobre compartir cama con animales

Ioseph
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En la actualidad, la relación entre humanos y perros ha evolucionado significativamente. Cada vez más, nuestros compañeros caninos son considerados miembros plenos de la familia. Compartimos nuestras vidas, brindamos atención individualizada, disfrutamos de paseos y hasta permitimos que descansen junto a nosotros. Esta conexión profunda, marcada por la comprensión mutua y el afecto, es un reflejo de una relación cada vez más fuerte entre especies. Sin embargo, Alan Peiró, reconocido especialista en entrenamiento y comportamiento canino, subraya que el afecto debe ir de la mano con la consistencia y la responsabilidad. Su enfoque se centra en “establecer pautas claras que aseguren el bienestar psicológico del animal”, priorizando la educación sobre las meras prohibiciones.


Una de las prácticas que genera mayor debate es si los perros deben compartir la cama con sus dueños. El experto Alan Peiró no desaconseja esta costumbre de forma tajante, pero sí insiste en la importancia de un planteamiento equilibrado. Explica que, si bien algunos perros conviven pacíficamente en la cama sin mostrar signos de estrés o apego excesivo, otros pueden interpretar esta situación como una falta de límites definidos. En estos casos, “el animal puede tener una percepción errónea de su lugar en el hogar”, lo que podría derivar en comportamientos indeseados a largo plazo. Por ello, el consejo principal es evaluar y comprender la personalidad y necesidades únicas de cada mascota antes de establecer rutinas, buscando siempre un equilibrio entre cercanía y estructura.


ESTABLECER LÍMITES PARA UN CAN FELIZ Y UN LAZO AFECTIVO SÓLIDO

Para Alan Peiró, las reglas en la educación canina no deben ser vistas como castigos o barreras emocionales, sino como un “medio de comunicación esencial y bien definido”. Ejemplos cotidianos como enseñar al perro a esperar su comida o a respetar el espacio personal de los miembros de la familia fomentan la autodisciplina y la seguridad en el animal. El especialista asegura que “cuando el perro sabe lo que se espera de él, experimenta una mayor sensación de calma y protección”. El equilibrio perfecto entre libertad y estructura se alcanza cuando las pautas son claras y consistentes.

El profesional enfatiza que cada familia tiene la potestad de establecer sus propias normas de convivencia, siempre que estas sean aplicadas de manera consistente y coherente. La clave para un perro feliz y equilibrado reside en la previsibilidad y el respeto, evitando la confusión o la indulgencia excesiva. En sus populares intervenciones en línea, Peiró anima a los tutores de mascotas a asumir su rol de guías, recomendando: “Establece las normas que consideres convenientes en tu entorno, pero asegúrate de que existan directrices claras”.

En definitiva, “demostrar afecto a un perro no significa concederle todas sus peticiones”. Permitirle compartir la cama o subir al sofá no es intrínsecamente negativo, siempre que se construya sobre una base de mutuo respeto. La clave no está en la prohibición, sino en la comprensión: las reglas bien establecidas no disminuyen el cariño, sino que lo fortalecen. Un perro educado, emocionalmente seguro y con un entendimiento claro de su lugar será, sin duda, un compañero más feliz y un miembro más integrado en la familia.

OdL

aDB

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