Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) representan un grave desafío para la salud pública. Su alta prevalencia y el riesgo inherente de desenlaces fatales, incluido el suicidio, exigen nuestra atención y comprensión.
El Dr. Sergio Covarrubias, psiquiatra del Antiguo Hospital Civil de Guadalajara, señala que aproximadamente el 8.6% de las mujeres y el 4% de los hombres enfrentan algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria. Es alarmante constatar que estas cifras se duplicaron entre 2000 y 2018.
“Hemos sido testigos de una duplicación global en los diagnósticos de TCA entre 2000 y 2018. Un grupo demográfico que muestra un aumento particularmente rápido es el de niños y adolescentes, con hasta un 22% que ya exhiben síntomas de problemas de conducta alimentaria”, explicó el Dr. Covarrubias.
Desórdenes Alimenticios y Suicidio: Una Relación Peligrosa
Los TCA se clasifican como la segunda causa de muerte por motivos de salud mental, solo superada por el abuso de sustancias opioides. Estos trastornos pueden desencadenar o agravar tendencias suicidas, y anualmente se pierden 3.3 millones de años de vida productiva debido a ellos. Por ello, es imperativo un abordaje terapéutico multifacético y especializado.
“Los TCA afectan prácticamente todas las demás afecciones de salud mental. Se estima que el 31% de las personas diagnosticadas con anorexia nerviosa han intentado suicidarse al menos una vez. En el caso de la bulimia nerviosa y el trastorno por atracones, este porcentaje asciende al 23% en cada caso”, detalló el especialista.

La Importancia de Reconocer los Desórdenes Alimenticios como Enfermedades Serias
Es fundamental entender que estas condiciones médicas no son simplemente malos hábitos. Son enfermedades complejas y multifactoriales que pueden manifestarse en cualquier persona, independientemente de su edad o tipo de cuerpo. Las presiones sociales y culturales en torno a la dieta y la imagen corporal a menudo actúan como detonantes o agravantes.
Por ello, se hace un llamado a la ciudadanía para que, ante la presencia de cualquier síntoma de trastorno alimentario, cambios abruptos en los patrones de alimentación que afecten la salud, o incluso fluctuaciones significativas en el estado de ánimo, se busque de inmediato la orientación de profesionales de la salud mental. Un proceso terapéutico temprano y adecuado es vital para proteger la vida.
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