El twerking como expresión de fuerza y autonomía para las mujeres.

Ioseph
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La coreografía conocida como twerk saltó a la fama mundial en 2013, catapultada por la icónica actuación de Miley Cyrus junto a Robin Thicke. Este momento no solo introdujo un estilo visual audaz al público general, sino que deslumbró con movimientos de danza que rompieron esquemas tradicionales.

Los pasos ejecutados por Miley, descritos como “atrevidos” y “desafiantes”, eran característicos del twerk. Este estilo de danza se distingue por el énfasis en el movimiento rítmico de la cadera y los glúteos. La novedad de este estilo de baile para muchos espectadores generó en su momento sorpresa y un debate extendido.

Aunque Miley Cyrus fue un catalizador crucial para su difusión masiva, el twerking rápidamente se integró en las puestas en escena de numerosas artistas. Sin embargo, es fundamental comprender que el twerking no es una creación contemporánea; sus orígenes se hunden en tradiciones ancestrales.

Las profundas raíces del twerking se encuentran en las ricas tradiciones dancísticas de África, con especial resonancia en países como Senegal, Ghana y Nigeria. La diáspora africana hacia América facilitó la expansión de esta forma de expresión fuera de su continente de origen. En el nuevo entorno americano, la interacción de diversas culturas dio lugar a una danza en constante evolución, que se consolidó como una poderosa herramienta de afirmación y empoderamiento para las comunidades históricamente marginadas.

El Twerk: Más que un Baile, una Manifestación de Resistencia y Empoderamiento

Fue en Estados Unidos, particularmente dentro de la vibrante comunidad afroamericana, donde el twerk experimentó un crecimiento exponencial, especialmente durante la década de 1980. En este periodo, la segregación racial marcaba una dura realidad social. Incluso en ciudades emblemáticas como Nueva Orleans, conocidas por su espíritu festivo, las restricciones a la participación de la población negra en celebraciones públicas impulsaron la creación de sus propios espacios de expresión y jolgorio.

Impulsados por la necesidad de canales para la autoexpresión, la celebración comunitaria, la fuerte influencia del Hip-Hop y la inagotable riqueza de la cultura afrodescendiente de los barrios, emergió un fenómeno sociocultural y musical que sentó las bases sólidas de lo que hoy reconocemos como twerk.

El twerking fue rápidamente adoptado por grupos minoritarios y comunidades que buscaban visibilidad, incluyendo afroamericanos, la comunidad queer, mujeres, artistas drag y miembros de la comunidad LGBTQ+ de Nueva Orleans. Se transformó así en un poderoso símbolo de emancipación sexual, liberación y reivindicación política.

El Twerk: De Raíces Ancestrales a Fenómeno Global de la Danza Moderna

Aunque para algunos el twerk pueda ser estigmatizado como un baile “inapropiado”, en esencia representa un poderoso acto de reafirmación y un vital canal de expresión para aquellos sectores de la sociedad que han enfrentado exclusión histórica por motivos de origen, etnia o identidad de género.

La continua expansión de la popularidad del twerking y su cada vez mayor integración por parte de artistas de alcance internacional lo posicionan firmemente como un punto de inflexión crucial. Sirve para catalizar conversaciones importantes sobre la diversidad cultural, la representación y el empoderamiento en el arte y la sociedad.

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