Por Karen Alexa García y María Juliette Hernández.
A primera vista, el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y la ansiedad pueden parecer condiciones separadas. El TDA se asocia comúnmente con dificultades de atención o impulsividad (Secretaría de Salud, 2013), mientras que la ansiedad se manifiesta como una preocupación excesiva ante situaciones poco amenazantes (García et al., 2019). Sin embargo, para Karen García, la coexistencia de ambos trastornos genera un complejo desafío diario.
Desde sus seis años, la vida de Karen estuvo marcada por un constante torbellino. En el aula, su concentración se dispersaba fácilmente, no por falta de interés, sino por una curiosidad innata que la impulsaba a explorar el entorno. Momentos de distracción eran seguidos por un retorno a la lección, a menudo solo para darse cuenta de que el tiempo había pasado sin que completara las tareas. “Cuando me daba cuenta, la clase había terminado y yo no había completado nada”, recuerda.
La dificultad no se limitaba al ámbito escolar. Al momento de dormir, su mente se desbordaba de ideas y escenarios imaginarios, muchos de ellos catastróficos, lo que generaba un miedo irracional a conciliar el sueño. Esta falta de descanso impactaba negativamente en sus días y sembraba la semilla de una futura frustración.
Diagnóstico Tardío del TDA y Ansiedad: La Historia de Karen
El diagnóstico de TDA y ansiedad tardaría en llegar. En su infancia, las evaluaciones se simplificaban a etiquetarla como una niña “inquieta”, y se intentaba abordar una aparente “hiperconcentración” en actividades placenteras mediante suplementos. Esta situación de subdiagnóstico es recurrente, especialmente en América Latina, donde el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) es una condición a menudo infradiagnosticada.

Fue durante la universidad, tras un examen psicométrico, cuando se identificaron claramente los problemas de concentración y ansiedad. Un proceso de evaluación exhaustivo, que incluyó la Escala de Conners y análisis clínicos, culminó a los 20 años con el diagnóstico oficial de Trastorno por Déficit de Atención sin Hiperactividad (TDA) y ansiedad asociada. Según la psicóloga sistémica Mariana Gutiérrez, la coexistencia de TDA y ansiedad es común, dado que ambas condiciones comparten dificultades en la concentración y la impulsividad. Además, la ansiedad puede exacerbar los síntomas del TDA.
Encontrar el tratamiento adecuado para estas condiciones comórbidas se convierte en un desafío significativo.
Vivir con TDA y Ansiedad: Retos y Estrategias de Adaptación
El camino académico de Karen estuvo plagado de obstáculos, desde la pérdida recurrente de materiales hasta el riesgo de repetir año por calificaciones bajas. “Hubo dos ocasiones en las que olvidé que tenía que presentar exámenes finales; en la primera me enviaron a extraordinario, y en la segunda, en la universidad, no me lo pudieron reponer”, relata.
El manejo de la medicación ha sido un proceso complejo. Inicialmente, medicamentos estimulantes como el Concerta (metilfenidato) ayudaron a mejorar la concentración, pero trajeron consigo efectos secundarios intensos como insomnio, taquicardias, dolor de cabeza, pérdida de apetito y náuseas, además de potenciar la ansiedad. Los ansiolíticos, como las benzodiacepinas, aliviaban la ansiedad pero no abordaban los síntomas del TDA.

Esta situación resalta una problemática social: en México, un porcentaje considerable de personas diagnosticadas con TDAH, especialmente niños, no recibe la atención ni el tratamiento necesarios, a pesar de tener un diagnóstico formal. La psicóloga Gutiérrez también señala la creencia errónea de que la medicación es la única vía de tratamiento, destacando la importancia fundamental del apoyo psicoterapéutico.
Actualmente, Karen ha encontrado un camino más alentador combinando neurofeedback, una técnica que utiliza ondas sonoras para optimizar el rendimiento cerebral, con apoyo psicológico, autoconciencia y medicación solo cuando es estrictamente indispensable. A pesar de estos avances, aún enfrenta incomprensión: “Decirlo genera desconfianza en la gente; no te tratan igual y a veces dudan de tu trabajo”, comenta. Sin embargo, cuenta con el apoyo de su hermana Paola, quien comprendió que sus dificultades iban más allá de la distracción o el miedo, reconociendo la complejidad del TDA y la ansiedad.
Superando el Estigma del TDA y la Ansiedad en la Sociedad
Los prejuicios sobre el TDA y la ansiedad persisten, incluso en el ámbito de la salud mental. Karen señala que la sobreabundancia de información, especialmente en redes sociales, ha generado confusión y modificado opiniones, dificultando la comprensión de estas condiciones. Desde una perspectiva científica, la falta de reconocimiento de la diversidad y los consiguientes prejuicios sociales contribuyen al estigma del TDA. De manera similar, el estigma de la ansiedad se ve alimentado por la devaluación que la persona siente sobre sus propios padecimientos y el miedo a ser etiquetada como alguien con un “problema mental”.

El fenómeno del autodiagnóstico, exacerbado por la información en línea, también presenta desafíos. La psicóloga Gutiérrez advierte que los autodiagnósticos no personalizados pueden afectar negativamente la autoestima. Recomienda buscar información en fuentes confiables y evitar generalizaciones, reconociendo que la manifestación de estos trastornos es única en cada individuo.
Cierre
Compartir su experiencia es una decisión personal para Karen. Aunque reconoce que para muchos la información sobre TDA y ansiedad es indiferente, para ella, nombrar y comprender lo que vive es un acto transformador. Su objetivo no es que el mundo cambie para adaptarse a ella, sino encontrar sus propias estrategias para navegar un mundo inherentemente complejo. La palabra, al nombrar la experiencia, tiene el poder de generar un cambio interno, alterando la percepción y el camino a seguir.
Referencias
García, B., Lázaro, L., Lera, S., Forcadell, E., Fullana, M.Á. (29 de enero de 2019). ¿Qué es la Ansiedad? Clínic Barcelona.
García, J.T., Muiños, R., Ferrer-García, M., Tous, J.M. (2012). La ansiedad como estigma: el estereotipo de la persona ansiosa en la población clínica, sanitaria y general. Anuario de Psicología, 41 (1), 113-127.
García, M.C., López, J., Mengual, J. (2004). Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA-H). Boletín de la Sociedad de Pediatría de Aragón, La Rioja y Soria, 4 (1), 13-26.
Molinar, J., Castro, A. (21 de marzo de 2018). Estigma en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad TDAH por maestros de educación básica. Preliminar de una intervención psicoeducativa. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, 17 (35), 167-174.
Secretaría de Salud. (6 de abril de 2013). Las tres fases del trastorno de déficit de atención en los niños.
Secretaria de Salud. (2023). Cinco por ciento de la población infantil y adolescente presenta TDA Gobierno de México.
Anexos
Resultados de encuesta y calificación de entrevistas:

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