Cristina Rivera Garza: Un Ritual de Memoria y Palabras en el Día de Muertos
Evocando presencias ausentes a través de la escritura performática.
En el marco de la celebración del Día de Muertos, la aclamada escritora Cristina Rivera Garza propuso una conmovedora acción performática titulada “Cuchillos como hojas: Reescribir el feminicidio, nombrarlas en el barro”. Este evento, celebrado en el Centro de las Artes de Nuevo León (CONAL), se convirtió en un espacio para la reflexión profunda sobre la memoria, la ausencia y el poder transformador de la palabra.
Un Performance Inspirado en la Tradición
La acción performática de Rivera Garza se nutre de una práctica ancestral proveniente de las comunidades del sureste de Alaska. A través de esta inspiración, la autora invitó al público a participar activamente en un ritual que trasciende las barreras entre la vida y la muerte. La intención es clara: honrar y mantener viva la memoria de aquellos que ya no se encuentran físicamente entre nosotros, utilizando la escritura como un puente hacia sus presencias.
El Poder de Nombrar: Un Ritual para Recordar
Durante la charla que precedió el performance, Cristina Rivera Garza dirigió al público congregado con emotivas palabras: “Invoquemos juntos sus nombres en este ritual que nos reúne a través de las membranas porosas de la vida y la muerte”. Esta invitación resalta la importancia de la memoria colectiva y la necesidad de nombrar a quienes han partido, especialmente en contextos de violencia y feminicidio, como se sugiere en el título de la obra.
Palabras Efímeras para Presencias Permanentes
En pleno fervor popular del Día de Muertos, esta iniciativa de Rivera Garza ofrece una perspectiva única sobre cómo abordar la pérdida y la memoria. La escritora utiliza la escritura performática como una herramienta para conjurar y evocar, demostrando que las palabras, aunque efímeras, pueden tener un impacto duradero en la creación de recuerdos y en la conexión con los seres queridos que nos dejaron.
La propuesta de Cristina Rivera Garza es un llamado a la acción, una invitación a que cada uno de nosotros, a través de nuestras propias palabras y rituales, mantengamos vivas las memorias de aquellos que ya no están, fortaleciendo así el legado de amor y recuerdo que trasciende el tiempo y el espacio. La memoria se convierte en un acto vivo, una forma de resistencia contra el olvido y un tributo a la continuidad de la vida y sus afectos.

