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Que las voces de la calle resonen de nuevo

IOSEPHUS
6 Lectura mins.

México en Marcha: Desafíos y Oportunidades de la Protesta Social Contemporánea

Las calles de México resuenan con una intensa actividad social. Diversos colectivos, desde trabajadores del Poder Judicial y familiares de personas desaparecidas hasta comunidades indígenas y personal médico, están utilizando el espacio público para expresar sus legítimas demandas. Recientes manifestaciones, particularmente las convocadas por la “Generación Z” el 8 y 15 de noviembre, han puesto de manifiesto una problemática más profunda: una fractura estructural en la manera en que la sociedad mexicana gestiona y responde a la protesta social.

La Marcha del 15 de Noviembre: Un Crisol de Controversias

La manifestación del 15 de noviembre se distinguió por una serie de polémicas que ensombrecieron el propósito original. Las discusiones giraron en torno a su financiamiento, la respuesta de las autoridades, la genuinidad del llamado “movimiento juvenil” y la sospecha de que diversos grupos políticos pudieran estar instrumentalizando la causa. Lo que podría haber sido un canal para la expresión colectiva se convirtió en un campo de batalla donde cada actor buscó apropiarse del mensaje, diluyendo las demandas sustantivas sobre violencia, corrupción y desapariciones en el estruendo mediático.

La Doble Crisis de la Protesta en México

Estos eventos evidencian un patrón recurrente: la creciente cantidad de marchas en México no se ha traducido en un aumento proporcional de su capacidad transformadora. Nos enfrentamos a una crisis dual en la práctica de la protesta social.

Desarticulación y Fragmentación de la Indignación

Por un lado, observamos una desarticulación generalizada. Múltiples focos de indignación no logran converger en un movimiento unificado. Cada grupo se moviliza de manera independiente, compitiendo por la atención de los medios, lo que resulta en un panorama disperso y con poca densidad política.

Erosión del Poder Transformador y Falta de Canales Institucionales

Por otro lado, existe una erosión significativa del poder transformador de las movilizaciones. Cuando las instituciones no ofrecen mecanismos efectivos para procesar las demandas ciudadanas y traducirlas en políticas públicas, la protesta se agota en su propio carácter performativo. Como señala la experta Sidney Tarrow, las protestas solo alcanzan su potencial transformador cuando existe una “estructura de oportunidades políticas”, es decir, cuando las instituciones facilitan que las demandas se conviertan en agenda pública. Sin estos canales, la movilización se reduce a la acción simbólica de marchar.

El Vaciado del Lenguaje Político: Un Obstáculo Adicional

A esta disfuncionalidad se suma un tercer problema, quizás el más perjudicial: la calle alza la voz, pero ya no se escucha. El lenguaje político ha perdido su contenido analítico. Las tradicionales dicotomías de “izquierda” y “derecha” han dejado de ser herramientas útiles para analizar críticamente la realidad, para entender posiciones complejas frente al Estado, la economía o la cuestión social. En su lugar, operan como meras etiquetas partidistas.

Esta simplificación del discurso político genera divisiones y sectarismo. Marchar contra el gobierno puede implicar ser clasificado como “de derecha”, sin importar la naturaleza de la causa defendida. Apoyar ciertas causas puede excluirte de otras, no por falta de coherencia ideológica, sino por la contaminación sectaria y dogmática. Esta degradación semántica ha reducido la complejidad de la experiencia política a un léxico incapaz de nombrar la realidad que pretende describir.

¿Hacia Dónde se Dirige la Frustración?

La rabia que carece de válvula institucional y de categorías para ser comprendida se dispersa en acusaciones triviales. Mientras tanto, las desapariciones continúan, los servicios públicos siguen fallando y las deudas sociales se acumulan, desprotegidas por el ruido de una conversación pública desprovista de verdadero diálogo.

El resultado es una esfera pública saturada de consignas pero carente de resonancia: una geografía de ríos que no se unen, un grito que retumba sin ser escuchado.

Un Rayo de Esperanza: Diálogo y Articulación

A pesar de este panorama, existen destellos de esperanza. Los “DiálogoZ por la paz”, programados para el 30 de noviembre, representan un esfuerzo valioso de jóvenes que participaron en ambas marchas del 8 y 15 de noviembre. Su objetivo es escucharse mutuamente y formular demandas comunes dirigidas al Estado mexicano.

Esta iniciativa no busca imponer uniformidad en la disidencia, lo cual sería imposible y poco deseable, sino articularla. Pretende tender puentes entre las diferencias, recuperar el lenguaje como herramienta de análisis y no como arma facciosa, y, en última instancia, lograr que las demandas sociales sean escuchadas y atendidas.

El Camino Hacia la Transformación Social

Las marchas y manifestaciones en México necesitan mecanismos que canalicen la indignación hacia la agenda pública, que transformen la calle en política institucional y que el grito se traduzca en transformación real. Es fundamental que las palabras recuperen su precisión, que la rabia encuentre su gramática y que las demandas sociales encuentren interlocución. Es hora de que todos prestemos oído atento al clamor ciudadano.

aDB ROi

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