La llegada de B.O. al centro policial de São João da Boa Vista, una comunidad paulista en Brasil, marcó un antes y un después, especialmente para quienes acudían a denunciar actos de violencia.
Este felino atigrado anaranjado de siete años se transformó, en tan solo dos meses, en un símbolo para la unidad policial local dedicada a atender casos de maltrato hacia mujeres.
“Nuestros agentes lidian a diario con mujeres que han sufrido violencia de género y que a menudo están acompañadas de sus hijos. Buscamos crear un entorno más reconfortante para ellas, menos intimidante, y sentimos que B.O. contribuye significativamente a esto”, compartió Leandro Moreira, miembro del cuerpo policial y pesquisidor.
B.O. fue rescatado de un refugio que proporciona cuidados a animales callejeros y busca hogares permanentes para ellos. Ahora, con su propio uniforme y una acreditación de “delegato”, ejerce como un miembro oficial de la fuerza.
Según Moreira, el minino tiene permiso para descansar durante su servicio, emitir maullidos de afecto, interactuar con los documentos e incluso volcar alguna taza de café. Sin embargo, su actividad favorita es ofrecer un tipo de alivio especial a las personas afectadas por la violencia.
“Inicialmente, temíamos que se asustara y huyera, pero él también nos aceptó y se adaptó con facilidad. Nuestra intención era tener un animal que requiriera y ofreciera afecto; él estaba en condición vulnerable y sin hogar. No es tímido, solo le desagradan las aglomeraciones”, explicó Moreira.
