Desde tiempos inmemoriales, diversas civilizaciones han empleado ciertas vegetaciones en prácticas de limpieza espiritual. Estas especies, empleadas desde la antigüedad hasta la actualidad, han sido vistas como escudos contra influencias negativas y malestar general. Más allá de su significado simbólico, la investigación científica contemporánea ha validado que algunos de sus atributos tienen un impacto tangible en el bienestar y la calidad del entorno aéreo.
De acuerdo con información del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH), algunos de los compuestos volátiles presentes en estas plantas, como el eucaliptol, el alcanfor y el ácido rosmarínico, exhiben capacidades antimicrobianas y tranquilizantes. Estos efectos contribuyen a disminuir la cantidad de microorganismos en el ambiente y a potenciar la capacidad de concentración.
La influencia discreta del incienso, el romero y la salvia
El incienso, cuyo uso se remonta a más de tres milenios, libera al ser consumido compuestos aromáticos que promueven una sensación de paz interior y conexión espiritual. Un estudio publicado en el Federation of American Societies for Experimental Biology Journal identificó que uno de sus componentes, el incensol acetato, estimula receptores cerebrales asociados con la disminución de la ansiedad, revitalizando así tu vitalidad.
Por su parte, el romero ha sido objeto de estudio por sus efectos positivos en la memoria y el estado anímico. Investigadores de la Universidad de Northumbria en el Reino Unido constataron que el aroma del romero favorece la fijación de recuerdos y eleva los niveles de alerta, además de ofrecer protección antioxidante.
Finalmente, la salvia blanca, empleada en ceremonias de purificación (“smudging”), ha demostrado poseer propiedades higienizantes. Un reporte del Journal of Ethnopharmacology indicó que el humo emanado al quemar esta hierba puede reducir la presencia de microorganismos patógenos en el aire hasta por un periodo de 24 horas.
