En noviembre, el firmamento será testigo de un evento celestial muy esperado: la Luna Nueva del Castor. Este acontecimiento, también llamado Beaver Moon, tendrá lugar el 5 de noviembre. Coincidirá con el momento en que nuestro satélite natural alcance su punto más cercano a la Tierra, clasificándolo como una superluna durante su fase de Luna Nueva.
Debido a su posición entre la Tierra y el Sol, este evento lunar no será observable directamente. No obstante, su proximidad tendrá repercusiones notables en la naturaleza, incluyendo las mareas y la intensidad de la luz diurna en los días siguientes. Los expertos en astronomía predicen que esta será la ocación lunar de mayor impacto del año, dada la conjunción de su cercanía y su influencia gravitatoria.
El nombre “Luna del Castor” tiene su origen en las antiguas culturas indígenas de Norteamérica, quienes nombraban a las lunas según los ciclos de la naturaleza y las actividades estacionales. En noviembre, los castores iniciaban la construcción de sus presas como preparación para el invierno, y los cazadores recolectaban sus pieles, vitales para protegerse del frío.
Con el tiempo, esta denominación se integró al calendario lunar moderno, sirviendo como un recordatorio del cambio de estación, la preparación invernal y la reflexión propia del final del año.
¿Qué hace única a la Luna Nueva del Castor?
Desde un punto de vista astronómico, la Luna Nueva del Castor se distinguirá por su estrecha relación con la Tierra. Según información del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, durante el perigeo, la distancia entre ambos cuerpos celestes será de aproximadamente 356,000 kilómetros, casi 30,000 kilómetros menos que la distancia promedio.
Esto resultará en un incremento de la fuerza gravitatoria, lo que podría intensificar las mareas y causar leves fluctuaciones en los patrones atmosféricos. A pesar de no suponer un peligro para el planeta, los especialistas indican que estas “superlunas nuevas” pueden alterar temporalmente los ritmos naturales y la actividad de los océanos.
Lo que distingue a esta Luna del Castor de otras fases lunares es que, al estar tan cerca de nuestro planeta, la luz solar que comience a reflejarse en los días subsiguientes hará que el creciente lunar se perciba más brillante y extenso de lo habitual. Esto posibilitará una observación extraordinaria de su transformación desde la Luna Nueva hasta el cuarto creciente.
Adicionalmente, la profunda oscuridad en la noche del 5 de noviembre brindará un escenario ideal para los entusiastas de la astronomía, quienes podrán discernir con mayor claridad constelaciones, planetas y lluvias de meteoros características de la época, como las Táuridas del Norte.
¿Cómo presenciar este evento?
Los observatorios astronómicos de México, como el de Tonantzintla en Puebla y el Planetario Luis Enrique Erro del IPN, han destacado que este fenómeno representa una oportunidad magnífica para fomentar la observación del cosmos. Aunque la Luna no será visible directamente, las condiciones de oscuridad favorecerán la observación de planetas como Júpiter y Saturno, que aparecerán en el cielo oriental poco antes del amanecer. Asimismo, la coincidencia con el pico de actividad de las Táuridas del Norte, una lluvia de meteoros de notable brillo, enriquecerá la experiencia visual.
Para aprovechar al máximo este acontecimiento, se recomienda:
- Buscar un sitio con mínima contaminación lumínica, idealmente con un horizonte despejado hacia el este conforme asciende la Luna.
- Observarla al anochecer o poco después, momento en que el efecto de tamaño aparente se acentúa por la cercanía al horizonte.
- Emplear lentes de cámara, teleobjetivos o binoculares para capturar detalles, aunque el efecto es perceptible a simple vista.
