Un estudio científico reciente ha identificado cinco patrones de sueño diferentes. Cada uno de estos patrones está asociado de manera particular con la salud mental, la conducta y el funcionamiento cerebral. La calidad y el tipo de descanso que recibimos, además de la cantidad de horas, son determinantes para un buen reposo.

La investigación, llevada a cabo por el Human Connectome Project, analizó información de más de 770 adultos jóvenes, abarcando aspectos de su cerebro, sus rutinas de sueño, su bienestar general y su estilo de vida. Gracias a este análisis, se definieron cinco perfiles de sueño que ilustran la profunda conexión entre el descanso y nuestra mente, nuestras emociones e incluso la estructura cerebral.

CINCO MODALIDADES DE DESCANSO, CINCO MANERAS DE VIVIR
- El primer grupo se relaciona con un descanso deficiente y una mayor susceptibilidad a la ansiedad, el estrés, la depresión y la ira. Las personas en esta categoría a menudo experimentan dificultades para dormirse y una menor satisfacción con su sueño.
- El segundo perfil engloba a individuos que no tienen grandes problemas para conciliar el sueño, pero sí enfrentan condiciones de salud mental originadas por otras razones, como el trastorno por déficit de atención (TDAH) o sentimientos intensos de tristeza y temor.
- El tercer perfil se distingue por el uso regular de somníferos. Si bien estos individuos tienden a ser más ordenados y a mantener buenas relaciones sociales, también muestran limitaciones cognitivas, particularmente en lo que respecta a la memoria, la agilidad mental y la orientación espacial.
- El cuarto perfil se caracteriza por dormir pocas horas. Las personas que duermen menos tiempo tienden a manifestar más agresividad y tienen dificultades para procesar tanto sus emociones como el lenguaje.
- Por último, el quinto perfil describe a quienes se despiertan múltiples veces a lo largo de la noche. Este grupo no solo experimenta irritabilidad y ansiedad, sino que también presenta un mayor riesgo de desarrollar hipertensión y un consumo más elevado de alcohol y tabaco.
Según la neurocientífica Aurore Perrault, de la Universidad Concordia en Canadá, estos perfiles están respaldados por patrones cerebrales distintivos que se observan a través de resonancias magnéticas. Esto confirma que la forma en que descansamos tiene un impacto directo en la estructura y el funcionamiento de nuestro cerebro. Los investigadores esperan que esta perspectiva holística facilite a los profesionales de la salud el diagnóstico y tratamiento de los trastornos del sueño, reconociendo que no existe una única forma “correcta” de dormir, sino diversos estilos con sus propias implicaciones.
En resumen, la clave reside en lograr un descanso equilibrado y reparador, más allá de la cantidad de horas dormidas. Cada persona posee un ritmo biológico único, pero comprender nuestros hábitos de sueño —y lo que estos revelan sobre nuestra salud mental y física— puede ser el primer paso hacia un descanso verdaderamente beneficioso.

