El antiguo monarca de España, Juan Carlos I, ha compartido detalles íntimos en sus memorias, tituladas “Reconciliación”. En el libro, relata por primera vez el trágico suceso de la muerte de su hermano menor, Alfonso, a causa de un accidente con un arma de fuego que él mismo manipulaba.
Esta obra marca el regreso del rey emérito al escenario público, tras su retiro de la vida oficial en el Palacio de la Zarzuela. Su abdicación en 2014 se produjo bajo la presión popular, en gran parte debido al escándalo generado por un viaje de caza de elefantes en Sudáfrica acompañado por Corina Larsen.
“Reconciliación” ha sido lanzada inicialmente en francés, pero incluso antes de su publicación en español, algunos fragmentos ya han generado considerable revuelo en su país natal, España, a donde ha regresado, particularmente a Galicia.
En sus confesiones narradas en primera persona, el rey emérito aborda asuntos delicados, como la admisión de haber cometido “fallos”, entre ellos la recepción de 100 millones de dólares como “donación” del monarca de Arabia Saudí. Asimismo, no escatima en expresar la gran estima y respeto que sentía por el dictador Francisco Franco, fallecido en 1975, llegando a afirmar que fue “gracias a él” que accedió al trono.
Además, reconoce haber tenido “deslices sentimentales” a lo largo de su vida, insistiendo en que estos no comprometieron sus deberes reales. Subraya que la mayoría de las relaciones extramaritales que se le imputan son “puramente inventadas”. Ha llegado a ser acusado de tener hijos ilegítimos, lo que le obligó a buscar representación legal para defenderse de estas afirmaciones, criticando la tendencia de la prensa a “inventar historias”.
Sin embargo, el pasaje más conmovedor del libro es el que dedica a su hermano Alfonso, quien falleció a los 14 años de edad a causa de un disparo realizado por Juan Carlos cuando este tenía 18. El exjefe de Estado relata que el arma se disparó accidentalmente, la bala rebotó y alcanzó a su hermano, quien murió en brazos de su padre. Lamenta profundamente el suceso, ocurrido el 29 de marzo de 1956, y confiesa que nunca podrá superar la pena de esa “desgracia”.

