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Experta en comportamiento canino desvela las señales previas a la muerte de los perros.

IOSEPHUS
4 Lectura mins.

La especialista en comportamiento canino, Marta Sarasúa, explica que despedirse de un compañero peludo después de años de mutua compañía representa un desafío emocional significativo para cualquier dueño. La conexión que se forja con estas mascotas es profunda y singular, lo que naturalmente lleva a reflexionar si nuestros amigos animales son conscientes de su final inminente y si sus variaciones de conducta, a veces atípicas, podrían ser señales de adiós. A pesar de no poder expresarse verbalmente, los perros son maestros en la comunicación no verbal, empleando su lenguaje corporal de manera muy particular, especialmente en momentos de debilidad.


Sarasúa aclara que no existe evidencia científica que respalde la idea de que los perros comprendan conceptos abstractos como la muerte. Mientras los humanos interpretamos el final de la vida basándonos en nuestras vivencias, creencias y conocimientos, los animales no parecen tener esa misma estructura de pensamiento. Lo que sí está demostrado es su capacidad para detectar cambios en su estado de salud, físico o anímico. Ante una percepción de malestar, su comportamiento tiende a modificarse, manifestando incomodidad, fragilidad o desánimo, incluso sin comprender la causa subyacente.


CAMBIOS CONDUCTUALES COMUNES ANTES DEL FINAL

Numerosos dueños reportan haber notado comportamientos inusuales en sus perros durante sus últimos días. Algunos se vuelven más cariñosos, buscan proximidad constante, se muestran serenos y receptivos, como si desearan permanecer cerca de sus seres queridos. Por otro lado, hay quienes optan por la soledad, refugiándose en lugares tranquilos y distanciándose del ambiente familiar, un patrón que recuerda al de congéneres salvajes en circunstancias similares. Si bien estas variaciones no confirman una despedida consciente, sí apuntan a una respuesta instintiva en esta etapa de transición.

Cada can experimenta este periodo de forma individual, influenciado por su temperamento, su estado de salud, su entorno y la relación que mantiene con sus cuidadores. Aunque no se puede asegurar que estos actos constituyan una despedida deliberada, sí se han identificado pautas de comportamiento recurrentes en animales que se encuentran en su etapa final. Entre ellas destacan la búsqueda de compañía, la expresión de malestar a través de ladridos o agitación, el retraimiento social y una apatía creciente. Cuando un perro pierde interés en actividades previamente placenteras, duerme excesivamente y muestra debilidad, podría ser un indicio de que su vida se aproxima a su conclusión.

En estos momentos, lo más crucial es brindarles nuestra presencia, respeto y serenidad. Acompañar a un perro en su último tramo es una manifestación de amor profundo y callado, donde el afecto se demuestra a través de la cercanía, la paciencia y el reconocimiento del lazo forjado a lo largo de una vida compartida. Cada despedida es única, pero todas comparten un elemento común: el inmenso legado de gratitud que dejan en la memoria de quienes los han amado.

OdL

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