La curiosidad humana abarca constantemente preguntas sobre nuestra existencia, y una de las incógnitas más profundas reside en lo que acontece tras el final de la vida. A pesar de la imposibilidad de obtener una certeza definitiva sobre lo que aguarda, existen relatos de individuos que afirman haber trascendido la muerte para luego retornar y relatar su vivencia. Estas narrativas se conocen como experiencias al borde de la muerte (EBM), y la comunidad científica sigue inmersa en su estudio.
Las EBM son sucesos de conciencia que se manifiestan en momentos de grave afección médica, cuando la salud de una persona se deteriora hasta un punto crítico. Durante estos episodios, el sistema circulatorio cesa su función, la respiración se detiene y la actividad cerebral parece cesar. No obstante, quienes las han experimentado describen una lucidez inquebrantable, a menudo incluyendo la sensación de flotar fuera del cuerpo, una serenidad abrumadora o la travesía hacia una luz resplandeciente, entre otras sensaciones.
El término “experiencia al borde de la muerte” fue popularizado en 1975 por el psiquiatra Raymond Moody, a través de su obra “Vida después de la vida”. A partir de la divulgación de estos casos, investigadores de diversas partes del mundo comenzaron a documentarlos. De hecho, existen organizaciones internacionales, como la IANDS (International Association for Near-Death Studies), que desde 1981 se dedican a compilar testimonios y a organizar congresos sobre este fenómeno.
Pam Reynolds es uno de los tantos testimonios de quienes han vivido una EBM. A sus 35 años, se enfrentó a una intervención quirúrgica de alto riesgo para corregir un aneurisma cerebral, procedimiento que implicaba la detención de su corazón y el enfriamiento de su organismo. Durante este estado, experimentó una separación de su cuerpo, pudiendo describir con precisión detalles de la operación que, de otro modo, le habrían sido inaccesibles en su estado de inconsciencia.
Aspectos clave de una experiencia al borde de la muerte
Los estudios del doctor Bruce Greyson, quien en 1983 ideó la Escala de las EBM, categorizan estas experiencias en cuatro dimensiones: cognitiva, emocional, paranormal y de transformación espiritual.
- Sensación de desprendimiento del cuerpo físico.
- Agudización de los sentidos.
- Experimentación de sentimientos profundamente positivos.
- Un trayecto a través de un túnel o hacia un punto de luz.
- El encuentro con una luminosidad intensa y etérea.
- La aparición de figuras espirituales o de seres queridos fallecidos.
- Percepción alterada del tiempo y el espacio.
- Recapitulación de eventos vitales.
- Visualización de escenarios celestiales insondables.
- Adquisición de un conocimiento profundo o inusual.
- El hallazgo de un umbral o una frontera.
- El retorno, ya sea voluntario o involuntario, al cuerpo.
Repercusiones posteriores a una experiencia al borde de la muerte
Moody, en su obra, detalló los profundos efectos de transformación que las EBM generan. Tras analizar 205 casos, concluyó que la gran mayoría de quienes regresan de la muerte experimentan un cambio radical y permanente en sus vidas. Algunas de las transformaciones más recurrentes incluyen:
- Disminución o eliminación del temor a la muerte.
- Fortalecimiento de la conexión espiritual o lo trascendental.
- Desarrollo de una mayor empatía y un impulso altruista.
- Pérdida de interés por las posesiones materiales.
- Una clara sensación de propósito o misión vital.
En lo referente a las consecuencias de estas vivencias, tanto el doctor Moody como otros investigadores coinciden en que, independientemente de su validación física, las EBM provocan una metamorfosis significativa en aquellos que las experimentan.
