Por Vanesa Hernández Chabolla
El encantador aroma de postres recién salidos del horno, que ha cautivado al público del teatro en México durante meses, pronto se desvanecerá. El renombrado espectáculo musical “Waitress” ha comunicado la conclusión de su temporada en el país. El icónico “Joe’s Pie Diner”, escenario principal de la obra en el histórico “Teatro San Rafael”, servirá su porción final y cerrará sus puertas el domingo 16 de noviembre.
La puesta en escena, traída a México por “Playhouse Entertainment”, representa un logro significativo al ser la primera adaptación oficial en español de esta querida producción de Broadway. Desde su debut el pasado 13 de febrero, la travesía de Jenna ha conmovido profundamente a la audiencia mexicana. Con la emotiva música y letras de Sara Bareilles —adaptadas con maestría al español por Alan Estrada y Paula Zelaya Cervantes—, “Waitress” se transformó en una oda a la amistad, las circunstancias imprevistas de la maternidad y la capacidad de forjar el propio destino.
Desde una perspectiva personal, esta no es simplemente la despedida de una obra más. Como apasionado del teatro, tuve el privilegio de experimentar la atmósfera de este Diner en tres ocasiones distintas a lo largo de su exhibición. Y puedo afirmar, sin reservas, que en cada una de ellas la disfruté al máximo. Cada función poseía su encanto particular, pero la excelencia y la dedicación del elenco se mantuvieron consistentemente elevadas. Es ese tipo de producción a la que se puede regresar una y otra vez, descubriendo siempre nuevas sutilezas, nuevos detalles que conmueven.
Una parte fundamental del éxito de “Waitress” reside en su excepcional reparto. Desde los protagonistas hasta los miembros del ensamble, cada intérprete aportó una energía contagiosa y genuina al escenario. Admiré a todos los actores que dieron vida a esta narrativa, pero deseo hacer una mención especial a dos artistas que deslumbraron con su talento:
Aitza Terán (Jenna) asumió la carga emocional del personaje de una manera intensamente conmovedora. Su representación fue una fusión perfecta de fragilidad y fortaleza, y su voz, particularmente en “She Used to Be Mine”, provocaba una profunda tristeza. Por su parte, Caro Heredia (Dawn) me cautivó con su agudo sentido del humor y una dulzura innata que convirtió “When He Sees” Me en uno de los momentos más entrañables de la función. Su habilidad, evidente incluso desde su trabajo en el ensamble, evidenció la notable profundidad actoral de esta producción.
Ahora, con el inminente cierre del telón, queda patente que “Waitress” trascendió la categoría de simple musical: fue un remanso de calidez, un recordatorio de que todos, en algún momento, tenemos la oportunidad de recomenzar. Aunque el Diner clausure y el último pastel se sirva, las melodías, las risas y el recuerdo de esta magnífica producción perdurarán en la memoria de quienes la experimentamos.
Gracias, “Waitress” México.


