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El Barcelona se hunde 3-0 ante el Chelsea, evidenciando desorden en el campo y en la zona técnica.

IOSEPHUS
2 Lectura mins.

La máxima competición europea dejó una jornada para el olvido. El conjunto azulgrana naufragó en Stamford Bridge con un marcador adverso de 3-0, una caída que lo pone en una situación muy complicada y que expone las fallas que han marcado su recorrido en el torneo.

El encuentro se complicó desde el inicio con una desafortunada acción que terminó en autogol de Jules Koundé, un rebote que desequilibró el partido. La situación se agravó al minuto 44, cuando la tarjeta roja mostrada a Ronald Araújo por una falta temeraria sobre el futbolista local Marc Cucurella, cambió radicalmente el rumbo del encuentro.

Jugando con un hombre menos, la segunda mitad fue un monólogo de los locales. Al minuto 55, la genialidad de Estevao brilló con una jugada individual culminada con un disparo imparable para Joan García. El golpe definitivo provino de una elaborada secuencia de pases que Liam Delap definió para sentenciar el 3-0, sellando así la derrota del equipo catalán en su visita a Inglaterra, dejándolos con siete puntos en la decimoquinta posición.

Pero las sorpresas no terminaron ahí. En el Etihad Stadium, el Manchester City vio rota su racha invicta frente a un Bayer Leverkusen que demostró una gran efectividad. A pesar del control total del equipo de Pep Guardiola, con una abrumadora posesión y más de quince intentos de gol, los alemanes supieron capitalizar sus oportunidades. Alejandro Grimaldo inauguró el marcador tras un rebote en el área, y al minuto 54, Patrick Schick amplió la ventaja con un certero cabezazo que dejó en silencio a la grada local.

Estos dos reveses inesperados subrayan una realidad innegable: en la Champions League, cada partido es impredecible y cualquier resultado es posible.

 

OdL

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