Tres años atrás, la carrera de Vergil Ortiz estuvo a punto de concluir.
Una condición médica severa conocida como rabdomiólisis, que causa la degradación del tejido muscular, lo había dejado exhausto, experimentando mareos y sin la energía necesaria para entrenar.
Hubo un momento en que creyó que su trayectoria en el pugilismo había llegado a su fin. Consideró retomar sus estudios y explorar otras opciones, asumiendo que el cuadrilátero quedaría atrás.
Sin embargo, el pasado sábado en la Dickies Arena de Fort Worth, Texas, la situación dio un giro. El púgil de ascendencia mexicana regresó a la escena con la determinación de alguien que ha superado adversidades.
Ortiz venció al experimentado Erickson Lubin en tan solo dos asaltos, conservando su título interino del Consejo Mundial de Boxeo y enviando un mensaje inequívoco: está preparado para dominar la categoría superwelter.

“La clave reside en la autoconfianza y en rodearse de personas que verdaderamente creen en uno”, declaró Ortiz tras el combate a Heraldo Media Group. “Aspiro a obtener todos los campeonatos. Mi objetivo es enfrentarme a los mejores. No me importa si se trata de (Jaron) Ennis, (Errol) Spence o (Terence) Crawford. Continuaré haciendo aquello en lo que destaco”.
Su desempeño fue tan contundente que incluso su promotor, Oscar de La Hoya, manifestó asombro:
“No es que no tuviera fe en él, sino por la facilidad con la que lo logró. Es extraordinario. Un talento puro. El número uno del mundo. Espero que la pelea contra Ennis se concrete, pero me preocupa que no acepten, después de verlo boxear de esta manera”, comentó el otrora campeón y ahora empresario.
Desde su rincón, el entrenador Robert García recordó el significado de esta victoria para ambos:
“Cuando tuvo el problema de salud, no estábamos juntos. Lo visité y me dijo: ‘me he inscrito en clases porque no estoy seguro de si continuaré boxeando’. Daba vueltas a muchas cosas en su cabeza. Verlo ahora decir que se siente plenamente recuperado me eriza la piel. Vergil se ha convertido en el oponente que todos desean enfrentar”.
Con un espíritu renovado y una salud restablecida, Ortiz ha dejado atrás la adversidad de su enfermedad para iniciar una nueva etapa en su carrera.
Ya no es solo una promesa del deporte; se ha transformado en un competidor que ha resurgido de las dificultades para reclamar su sitio entre los grandes del boxeo a nivel mundial.

